lunes, 17 de febrero de 2014

De las molduras del techo o de cómo una se hace mayor...

Me he dado cuenta que con la edad una comienza a apreciar cosas que antes consideraba horteras y sobrecargadas. Un claro ejemplo son las molduras del techo. ¿Alguien consideró en su adolescencia que se detendría a admirarlas? Recuerdo un viaje que hicimos en coche por Portugal, debía tener unos 9 años, un viaje pesadísimo por las horas de coche y las continuas paradas: una iglesia, otra iglesia, una iglesia más... Mis padres se deleitaban ante las ciudades y yo pensaba: "son techos". Todo parecía desordenado y feo. 

Pasa el tiempo y mientras navegas por la red, entre blogs de decoración, te descubres deteniendo la mirada en unas preciosas ventanas, unas molduras anchas o alguna pieza de decoración. Sí, la edad no perdona. Debe ser eso, de otra forma no tiene sentido.

¿Cuándo una moldura dejó de ser un simple moldura para ser capaz de atraer tu mirada? ¿Serán los temidos treinta? 








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